Girolamo Savonarola, es posiblemente uno de los personajes más importantes de la historia Florentina de la segunda mitad del siglo XV. Nacido en Ferrara en el año 1452 en una familia adinerada, y aunque comenzó los estudios de medicina, los abandonó para estudiar teología.
Entrando en la orden de los dominicos en el 1475, tras formarse en su ciudad, fue enviado a Florencia posteriormente, habiendo creado ya el discurso apocalíptico de Savonarola, su “Terrifica predicatio”.
En un primer momento su estilo agresivo, duro y exaltado no triunfó en la Florencia “pagana” renacentista. Durante los años 1488-90 fue predicador itinerante en diversas ciudades italianas, y a su vuelta a Florencia, su oratoria en contra de las riquezas, poder, vanidad e iconografía pagana y pudorosa, entran de lleno en las venas de los Florentinos.
Florencia en esos momentos, centrándonos en la historia del arte, estaba gobernada por la familia Medicis. Era la “edad de oro” de la ciudad, siendo esta familia los mayores mecenas del mundo artístico Italiano. La nobleza va a Florencia a comprar arte, se siguen los cánones Griegos, donde el desnudo es usado continuamente y el lujo, poder e incluso orgías son el referente de esa clase alta. Todo ello no hacía más que aumentar el odio de Savonarola y por ende la hostilidad en sus discursos, que unido a una población de pobre y harta del despilfarro de la nobleza, hace que Savonarola vaya ganando fama.
El momento de mayor apogeo o de “triunfo” para Savonarola fue en el marco temporal de 1494-1498. Siendo Prior de san Marcos, anunciaba la llegaba de muchos males a Florencia, como la llegaba de un nuevo rey Ciro. No fue Ciro, pero si Carlos VIII de Francia entró en Florencia, que unido a los discursos cada vez más seguidos (cuentan que miles de personas se acercaban a sus discursos) y vitoreados por el pueblo, obligaron a la familia Medici a marcharse.
En aquellos años, Savonarola tomo el poder del país. Florencia se convirtió en una república teocrática en la que Jesucristo era el Rey. Y aunque fue excomulgado por el Papa Alejandro VI, siguió centrado en su visión apocalíptica del mundo y de convertir Florencia en el frente contra ese mundo llevado por el pecado, criticando a la curia Romana y a la polémica familia de Alejandro VI, los Borgía.
Pero en el año 1498 muere Carlos VIII, que era partidario de Savonarola, y justo al día siguiente, por orden de Alejandro VI, las tropas vaticanas entraron en Florencia y detuvieron a Girolamo Savonarola. Incluso el mismo pueblo que en su momento le había apoyado, quizás asustados por las amenazas del Papa, le acusaron de falso profeta. Tras 42 días de continuas torturas, el fraile dominico confesó su culpa, firmada con el único brazo que se había librado de dichos castigos. El 23 de Mayo fue ahorcado y quemado públicamente junto a otros dos frailes partidarios de Girolamo.
Su influencia en el arte de su momento fue muy importante. Miguel Ángel, tras presenciar uno de los famosos discursos del Dominico se preguntó si las obras que él realizaba eran obras pecaminosas. Numerosos libros de Pretrarca y Boccaccio, junto a obras de arte, fueron destruidas en las “Hogueras de las vanidades”, incluso algunas fueron echadas al fuego por el mismo artista, como hizo el gran genio del Quattrocento Sandro Botticelli con algunas de sus obras.
El caso de Sandro Boticelli es de máxima importancia. Uno de sus hermanos era ferviente seguidor de Savonarola y su influencia en el artista se puede ver en obras posteriores los sucesos en Florencia.
Si comparamos el famoso “Nacimiento de Venus”, pintada entre los años 1482-84 con la “Natividad mística” del 1500, vemos un cambio en el artista Florentino.
El nacimiento es una obra basada en la mitología Griega, en una escena narrada en “Las metamorfosis” de Ovidio, que unido además a la sensualidad dotada a la Venus y la inspiración en la Venus de Medicis, escultura romana del siglo I a.C. presumimos que no sería una obra del gusto del Fraile dominico.
En cambio, la “Natividad mística”, con un estilo que nos puede recordar a una ordenación más a Giotto, por ende más medieval, sin desnudos y con una inscripción que nos remite al parecido a su época con el Apocalipsis bíblico.
También vemos la influencia del dominico en “La Crucifixión”, también del 1500. A los pies de la cruz donde está Jesucristo, encontramos a María Magdalena llorando y al otro lado de la cruz, un ángel con un cuchillo que va a usar contra un león que sustenta en otra mano. Al fondo, se puede observar Florencia (reconocible por sus edificios), que está siendo atacada por una nube negra de la que salen demonios que arrojan fuego contra la ciudad. Dios Padre aparece arriba, expulsando a la nube diabólica junto a unos ángeles (ya perdidos en la obra), que portan escudos con el escudo de Florencia, una cruz roja sobre un fondo blanco. Ambas imágenes son la misma idea, María Magdalena es la ciudad Florentina que llora por todos sus pecados cometidos, representados por el león que va a ser ajusticiado por el ángel, la fuerza divina.
De esta manera, Sandro Botticelli se convierte en el ejemplo perfecto de como los sucesos tanto políticos, sociales y religiosos que suceden en la historia pueden cambiar las representaciones artísticas en un breve periodo de tiempo.
A partir de ahí, Florencia dejó de ser el centro del mundo artístico italiano y casi mundial, para dejar paso a una nueva ciudad y eje, Roma.
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